Cuando metes en el carrito cualquier producto de una tienda online y realizas el pago, estás utilizando un centro de datos. Cuando subes un carrusel de fotos a Instagram de tu último viaje, estás haciendo uso de un centro de datos. Cuando haces scroll sin parar durante horas en Tiktok, sentimos decirte que también estás utilizando un centro de datos. Sin embargo, al ser acciones totalmente normalizadas, quedan olvidados todos los elementos que se necesitan para lograr que esos gestos tan simples funcionen.
Uno de esos elementos es un centro de procesamiento de datos (CPD). Se trata de una infraestructura que contiene una gran cantidad de equipamiento informático y electrónico y que alberga la información y operaciones de sus clientes que suelen ser empresas y corporaciones. Para entenderlo de forma sencilla, un centro de datos puede entenderse desde una doble perspectiva: la primera puede ser la más física: dentro de este se organizan servidores, depósitos, cables, generadores…que crean una estructura a prueba de fallos donde se producen miles de conexiones diarias, de hecho, en el caso de KIO España en Murcia, cada 30 segundos hay más de 70.000 conexiones, que en horarios de alta producción (horario laboral, por ejemplo), pueden alcanzar las 100.000 conexiones concurrentes establecidas.
La otra parte, cuya perspectiva sería más digital, es más fácil de entender imaginándola: un Cloud (o nube) donde se almacena todo lo que consultamos en internet como es el caso de correos electrónicos, fotografías, apps e información. Todo ello se organiza en compartimentos y gracias a un equipo de ciberseguridad los datos no corren ningún peligro cibernético.
Retos a los que se enfrentan los data centers en los próximos años
Los centros de datos están experimentando un gran auge marcado por un crecimiento acelerado de la digitalización -que se ha intensificado por diversas razones, una de ellas, la IA-. De hecho, la consultora Bain & Company prevé que el mercado español de los centros de datos crecerá entre un 25% y un 30% hasta 2030. Por esta razón, tanto la refrigeración innovadora como las prácticas energéticas sostenibles desempeñan un papel vital en la evolución de esta industria y son los principales retos a los que se enfrentan los data centers.
No se puede crecer de forma descontrolada y sin una mirada sostenible. Por eso es importante saber dónde ubicar los centros de datos y tratar de cuidar los recursos, ya que tanto la demanda energética de las zonas en las que se instalan, como su agua tienen mucho que ver en todo esto. De hecho, en Aragón, la implantación de una gigafactoría de centros de datos consumirá más que toda la energía de la propia comunidad y el gasto hídrico se quintuplicará: un impacto directo en la sostenibilidad de la región y en el futuro medioambiental. Ante esta problemática, y con la vista siempre puesta en el futuro junto a los cambios que este pueda acarrear, KIO España concibió un centro de datos lo más sostenible posible en su nuevo aterrizaje en Paterna (Valencia) a través de distintas acciones: el llenado único del depósito de agua (hecho que también ocurrió en Murcia), el apoyo de la geotermia para enfriar el circuito de refrigeración y la distribución de calefacción de distrito con el calor generado en el CPD, entre otras muchas propuestas innovadoras para minimizar su instalación y puesta en marcha.
Con estos avances, KIO España demuestra que es posible combinar innovación tecnológica con responsabilidad ambiental, ofreciendo un modelo que podría marcar el camino a seguir para el resto del sector. La sostenibilidad ya no es una opción, sino una necesidad, especialmente en un contexto en el que cada clic, cada scroll, cada streaming tiene un impacto real en el mundo. Es posible contar con una conexión que se mantenga en el tiempo, pero para ello, esta debe construirse sobre bases responsables, eficientes y sostenibles.
