El futuro de los centros de datos será sostenible o no será

Los centros de datos son un pilar tecnológico indudable. Las telecomunicaciones dependen de ellos y se ha convertido en un sector atractivo para las inversiones. Así se desprende en cifras: cerró 2024 con una inversión récord de más de 1.000 millones de euros en la península ibérica y se espera que en 2025 supere los 8.000 millones. Pero este protagonismo conlleva una gran responsabilidad que, cada vez en mayor medida, está ligada a ser sostenible. Los centros de datos también suscitan cuestiones relevantes en torno al uso de la energía y su adaptación al entorno.

Uno de los desafíos a los que se enfrentan los centros de datos es la minimización de su impacto medioambiental. Pese a que no hay un consenso entre los expertos, se estima que el consumo anual de energía de los centros de datos en España fue de más de 6 TWh en 2024, con previsiones de alcanzar los 12 TWh en 2030 y 26 TWh en 2050. De hecho, la demanda mundial es tal que en 2024 consumieron alrededor de 415 TWh (teravatios hora), el equivalente al 1,5% del consumo eléctrico mundial. Para 2030, la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) estima que podrían alcanzar los 945 TWh, es decir, el 3% del consumo eléctrico mundial.

En el caso del agua, según el informe Global Cloud Computing Energy and Water Impact, de la Universidad de Nuevo México, un centro de datos promedio puede consumir entre 1,7 y 2,2 millones de litros de agua por día, principalmente para la refrigeración. Sin contar con un uso exponencial de la IA que está llevando a los centros de datos a gestionar cargas de trabajo más intensivas en calor, incrementando proporcionalmente la necesidad de refrigeración evaporativa y, por tanto, el consumo de agua. En este punto hay algo que se convierte en fundamental: acelerar la adopción de tecnologías -cuánto más ecológicas mejor- de enfriamiento para evitar un aumento significativo de la huella hídrica de esta industria.

Decisiones ‘verdes’ de KIO España
KIO España ha tratado de minimizar su impacto ambiental de todos sus proyectos y alinearlos con los intereses del territorio en el que se ubican a través de decisiones que se han tomado desde su edificación sobre plano. Por ejemplo, en ambos centros de datos el uso de la energía es verde 100% certificada[AM1] . Y no solo eso, en el caso de Valencia, para reforzar el sistema de refrigeración, se ha construido uno de los parques geotérmicos más grandes de la Comunitat Valenciana. Apoyarse en este tipo de energía y ser sostenible conlleva beneficios tanto en términos de eficiencia energética como de coste operativo. Y, además, reduce el impacto ambiental. KIO España promueve así un modelo de centro de datos sostenible «con conciencia social», que integra el bienestar comunitario como parte de su misión.

Otra de las medidas que se han llevado a cabo tiene directamente que ver con la eficiencia hídrica: el llenado del depósito de agua en los centros se realiza una sola vez (normalmente antes de su puesta en marcha) y no vuelve a rellenarse, como sí ocurre en las megaconstrucciones de datos que ignoran deliberadamente los recursos de las comunidades. De esta forma, el agua se recircula sin pérdidas.

En resumen, los centros de datos han pasado de ser meros depósitos a nodos clave de la economía digital, con un impacto creciente sobre el territorio y los recursos. El reto ahora no es solo escalar capacidad, sino hacerlo de forma responsable: garantizando energía 100 % renovable, optimizando consumos con el aumento del uso de la inteligencia artificial, reciclando calor, siendo sostenible y minimizando el uso de agua. Proyectos como los de KIO España demuestran que, desde la fase de diseño, es posible integrar criterios de economía circular y compromiso social. Así es cómo se avanza hacia la neutralidad climática, consolidando un modelo de centros de datos que aporten valor tecnológico y ambiental a los territorios que los albergan.

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